miércoles, 24 de septiembre de 2008

Cuando querer es poder

El pasado fin de semana acudí a mi cita anual con la montaña, la Matagalls-Montserrat, una travesía nocturna en la que el reto es recorrer la distancia entre dos puntos (84 km.) en menos de 24 horas. El ambiente de una prueba como esta, lejos de ser un encuentro elitista para osados deportistas de aventura es una variada convención de seres humanos con un reto comun, piernas de hierro y mentes determinadas.
En los equipados cuerpos descubrimos auténticos superhombres y mujeres, fajados en mil batallas deportivas, cuyo objetivo no es ya llegar sino superar su marca del año anterior, objetivo para el que se han preparado a conciencia durante meses. Estos héroes de la montaña, son una muestra de eficiencia en sus movimientos, su equipamiento, su mentalidad... De todos modos, entre tantos deportistas que afrontan su cita anual , me quedo con otro tipo de participante. Me fijo en el hombre de más de sesenta de mirada confiada y atuendo dominguero, que llegará a la cima mucho antes que la mayoría. Me quedo con el orgulloso padre con su hijo de 12 años, ya preparado para gestas como esta. Me quedo con las sufridas miradas que ignoran la fatiga de sus piernas para empujarlas hasta la cima. Me quedo con los aplausos de la pareja que recibe a su emocionado/a amado/a en sus últimos escalones hacia el templo. Me quedo con la labor, los ánimos y el calor de los que organizan y colaboran en la travesía, repartiendo caldo y sonrisas durante todo el trayecto. Me quedo con la fuerza mental de todos los que, agotados en el km. 40, empuñan sus palos para que les ayuden a superar 40 más.
En definitiva, admiro a todos aquellos que se marcan un objetivo ambicioso, se preparan a conciencia y se superan día a día. Pero lo que realmente me sorprende es la capacidad de nuestra mente de llevarnos más allá de nuestros límites conocidos, siempre que nuestra motivación y compromiso nos aporten la energía necesaria para ignorar nuestros miedos.
Quizá no es necesario machacarnos tanto para demostrarnos que podemos, pero si quereis sorprenderos y admirar la inagotable capacidad de las personas para superar sus limitaciones, os emplazo a que paseis el tercer domingo de septiembre por la montaña de Montserrat para recibir con un aplauso a gran cantidad de héroes anónimos. Sus logros ridiculizan nuestros miedos diarios a afrontar retos para los que todos, aunque no lo queramos saber, estamos potenciamente preparados.
Amigos, como decía a menudo mi padre: "Qui vol, pot" (Quien quiere, puede).

Joan Clotet

domingo, 14 de septiembre de 2008

Carpeta nueva

Mañana empieza el curso y con él, la ciudad su ritmo habitual y los ciudadanos se plantean nuevos retos, hacen buenos propósitos, comienzan dietas, compran fascículos y tantas y tantas cosas ...
Mañana todos los niños (y no tan niños) estrenarán plumier y quizá ropa y seguro libros (de los que esperamos que el valor esté a la altura de su precio ).
Es un buen momento para hacer limpieza mental y romper con los malos hábitos para asumir otros nuevos. Dado que las estadísticas están abrumadoramente en contra nuestro (más del 75% de los nuevos propósitos se deshincharán como globos en pocas semanas) sería bueno marcarse un plan semanal humilde, con tareas asumibles y sostenibles.
Tanto en el plano profesional como en lo personal, una semana productiva nos llena de satisfacción y descarga nuestra conciencia en favor de más energía para crecer.
Si miramos atrás unas pocas semanas y vemos la facilidad con la que el ser humano se pone en "modo relax" y es dueño de su propio tiempo hasta desperdiciarla sin cargo de conciencia, se hace difícil pensar que entraremos en esta dinámica productiva y positiva en poco tiempo. Las vacaciones son tiempo de familia, relax, ocio deportivo, cultural, social, gastronómico y en general de excesos más viscerales que crebrales. Son el reino de todas aquellas cosas que no podemos hacer la mayor parte del año mientras trabajamos para financiar nuestros sueños. Esta sobredosis de placer hace más dura la reentrada (proporcionalmente al tiempo en que hemos estado desconectados de la máquina productiva).
A los que tenemos el lujo de trabajar en cosas que nos gustan no se nos hace dificil encontrar motivaciones, pero mucha gente necesita una buena dosis de paciencia (o de mala leche) para asumir su dura realidad.
Ahora mismo por televisión entrevistan a los adolescentes que decoran sus carpetas con fotos de sus ídolos musicales, deportivos, etc. como mantra de apoyo mutuo antes de empezar el nuevo curso. La fantasía también es el motor de la realidad.
Ilustrar nuestra "carpeta mental" con fotos de nuestros sueños y nuestras responsabilidades, estrenaremos corbata y nos desayunaremos el lunes con el mismo empuje que esperamos de los demás.
Así como los niños se forran los libros cada septiembre, los adultos soñamos en "forrarnos" nosotros para no tener que volver que pasar por este trance nunca más.

Buenas noches y buena suerte
Joan Clotet