domingo, 18 de noviembre de 2007

Fin de trayecto

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Ayer encontré a un vecino del barrio en la parada del autobús. Es un hombre de 70 años, propietario de una tienda de ultramarinos en la que ha trabajado desde niño. Su padre fue quien inició el negocio, y éste ha sido su modo de vida desde siempre.
Últimamente, la mala suerte ha llamado a su puerta, su mujer ha enfermado y su hijo, su ayudante desde hace años, ha encontrado algo menos sacrificado y mejor remunerado. Estos cambios no sólo le hacen plantear si debe vender el negocio y finalmente jubilarse sino que le generan algunas dudas sobre si realmente ha hecho lo correcto durante los últimos años.
El tendero del barrio, al que recuerdo desde siempre vital y bromista desde las 7 de la mañana (yo haciendo footing, él organizando la fruta) era ahora mismo un hombre asustado, con el pelo más blanco que de costumbre, el semblante serio y una mirada que mezcla tintes de duda y aflicción.
Esto me hizo reflexionar sobre el momento en que debemos bajarnos del tren. Trabajamos para ganarnos la vida, para tener una posición social, para autorrealizarnos, y de todo ello hacemos muchas veces un modo de vida. Cuando el trabajo además nos motiva, nos atrapa, o nos dejamos atrapar por él con nuestras hipotecas y nuestras ambiciones profesionales y sociales, la vida se nos puede pasar a veces sin haberla vivido en realidad.
Creo que sólo cuando vemos la muerte cerca reflexionamos sobre la nuestra y probablemente, sólo cuando vemos la jubilación (defunción laboral ?) en alguien cercano pensamos en ello (y quizá sólo seriamente si pasamos de los 50)
En fin, que el trabajo y la carrera son importantes porque nos dan de comer y nos realizan personal y socialmente, pero no son nada si algun día miramos atrás y creemos que han pesado más los sacrificios (el tiempo, la distancia, a veces la salud) que las satisfacciones que aspirábamos conseguir algún día.

Moraleja: asegúrate de que además de todo eso tan importante que tienes que hacer (esa reunión, ese proyecto, esos objetivos a cumplir) dedicas el tiempo necesario a las cosas importantes PARA TI: tu salud, tu familia, tus amigos, etc.
Y si en algún momento dudas si estás manejando esto adecuadamente, ponte por un momento en la piel del tendero y en lugar de hacer balance de 50 años, hazlo sólo del último y confirma si vas por buen camino, si no es así, siempre hay tiempo de rectificar antes de que la mala suerte llame a tu puerta.
El tren de la vida va demasiado deprisa y aunque no siempre es posible (ni nos atrevemos) a bajarnos de él en marcha, sí deberíamos asegurarnos de que estamos en el tren correcto, compartimos el vagón con quien queremos, disfrutamos juntos del viaje y hacemos de cada parada un momento memorable.


Joan Clotet

domingo, 4 de noviembre de 2007

El "Hipno" Nacional

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Mi hermano ha dejado de fumar. Y lo ha hecho de forma radical, con una firme decisión de no volver a encender un pitillo. Por si esa "firme decisión" no fuera tan firme con el paso de las horas, decidió reforzar el proceso asistiendo a un seminario de hipnosis en la que un soberbio "speaker" israelí, expone de manera más o menos subliminal a sus clientes las razones por las que el tabaco nunca más será una esclavitud.
Parece mentira cómo el hecho de asistir (sólo, acompañado por un socio de aventuras o en grupo de terapia) a un evento de este tipo (previo pago de unos cientos de euros) puede obrar el milagro que nuestra voluntad, minada por la insistente demanda de nicotina de nuestro cuerpo, no ha conseguido en años.

Es realmente tan efectivo ese método ? (o ese libro, o esos parches, o esos chicles...), o es que exponernos de tal modo (y soltar la pasta) nos compromete más con nosotros mismos de lo que hemos sido capaces hasta el momento ?
Mi lectura no es nueva en esto, es evidente que la mayor vacuna, antídoto, medicina, o estimulante que nos lleva tanto a abandonar un lento suicidio como el tabaco como a emprender las más complejas empresas, es algo que nuestro propio cuerpo puede generar. No sé como definirlo en términos médicos o simplemente químicos (porque al fin y al cabo, de eso se trata) pero está claro que la motivación (guiada por la clarividencia y alimentada por la inspiración) que uno mismo se impone (o a uno se le otorga por causas ajenas) es la que obra el milagro.
Nosotros mismos somos nuestro peor limitante y tambien nuestra mejor palanca de motivación en los momentos críticos. Quizá no sea necesario ver morir a un amigo de cáncer para dejar de fumar o dejar de ver nuestros atributos en la ducha para decidir empezar una dieta.
Lo cierto es que compartir nuestras penas, predicar nuestras buenas intenciones o pagar al maestro de ceremonias de turno (menudo negociete) son sólo recursos para autoempujarnos hacia el sentido común. Decidamos qué es lo que nos conviene (el cerebro - el nuestro y el de los demás - frente a otras vísceras, será siempre un buen asesor) y creemos las condiciones para que el demonio malo no lo tenga fácil. Si estás a dieta, no entres en la pastelería, si quieres dejar el tabaco, evita los ambientes poco propicios, si tienes deberes pendientes, no esperes al último día y si lo que realmente necesitas es buscar la motivación que sea el motor para todo lo positivo que aún tienes por delante, ponte a ello, no habrá hipnotizador de serpientes más efectivo que la adrenalina que premia el triunfo de tu propia voluntad.
Hoy es domingo, la semana puede ser más o menos llevadera o productiva, depende más de ti que de los demás...pensabas en un pequeño reto para ponerte a prueba antes de afrontar mayores gestas ? Ahí tienes uno...

Joan Clotet