domingo, 23 de diciembre de 2007

2 hombres, 2 cajas

El otro día, llegando a casa al atardecer, me crucé con dos hombres que llevaban sendas cajas. Ambos pasaron ante mí con pocos segundos de diferencia.Al primero la caja le pesaba. Era un hombre joven que salía de una entidad bancaria, no debía pasar demasiado de los 30 e iba bien vestido. Parecía feliz, quizás en el último día antes de las vacaciones de navidad y por su aspecto la caja parecía contener el lote de navidad de su empresa. Exhibía su trofeo con suficiencia mientras hablaba por el móvil y en su mirada y caminar se intuía la prisa de quien se siente esperado en alguna parte.Probablemente antes de media hora estaría con los suyos, abriendo el contenido y compartiéndolo con los suyos en el calor del hogar. Por su actitud, lo imagino criticando la marca del vino o la calidad de los embutidos.
El otro hombre que pasó justo tras él, aparentaba una edad similar , pero la barba y el largo pelo sucio le envejecían. Su mirada estaba entre ausente y atemorizada. No parecía que nadie conocido le esperara aquella fría noche. Su aspecto era dejado, no aparentaba haberse cambiado de ropa en semanas. Este hombre defendía su caja con tanta firmeza como el primero, la diferencia es que para éste, la caja de cartón era ahora mismo lo más parecido a un hogar. Un refugio de calor para extender sobre un banco o con suerte, cerca de un cajero automático.
En estos días en que casi todo el mundo corre, en que casi todo el mundo gasta y en que casi todo el mundo hace mucho más de lo que es razonable hacer, es muy sano cruzar la mirada por un momento con quien aparenta no tener nada más que una caja de cartón. . ni casa, ni familia, ni esperanza, ni futuro. 
Pocas cosas nos ayudan a tocar más de pies en el suelo que un baño de realidad. Un baño de agua fría que nos ayuda a apreciar en su justa medida cada uno de esos quizá mediocres barquillos de un lote navideño. 
Si queremos hacer algo por nosotros, no ignoremos a los cada vez más desamparados y valoremos el privilegio de cada momento en estas fiestas en que disfrutamos de lo más básico para afrontar el futuro con esperanza e ilusión.Joan Clotet

sábado, 8 de diciembre de 2007

1 año en 1 blog

Uno de mis propósitos al finalizar el 2006 fue el de empezar a escribir. Conviene decir que el hecho de pasar de los cuarenta, tener un árbol plantado y haber traído ya dos hijos al mundo no daban otra salida a mis autoexcusas.
Empecé con timidez, volcando en una blanca pantalla (¿ qué le ha hecho la web a la amenazadora hoja de papel ?) mis pensamientos vespertinos de cualquier domingo por la tarde. Poco despues, me descubrí coleccionando momentos cotidianos o espiando sigilosamente a inocentes víctimas urbanas a las que retratar con delicadeza o saña. Semana tras semana, mi cita ante la pantalla ha resultado un intermitente encuentro con mis pensamientos derivando en algunas ocasiones hacia una fluído concierto de piano en que mi alma ha conectado con mis dedos para abrirme un poco al mundo.
Frases y signos de puntuación han dibujado y contribuído este año al protagonismo que merecían aquel personaje anónimo, aquel gesto inconsciente o aquella mirada furtiva en el metro.
Domingo tras domingo los meses han pasado irreversiblemente su página en el calendario. Mientras unos esquiaban otros reflexionaban. Cuando unos tomaban la calle otros les retrataban en la sombra. Cuando los calores atraían nuestros cuerpos al mar, algunas teclas caricaturizaban esos cómicos momentos...
La vida está llena de instantes inolvidables a los que no prestamos atención. No por desinterés sino porque otros reclaman su protagonismo. El futuro, implacable, nos tira de la mano.
El tiempo ha pasado deprisa y un año no es demasiado si se mira desde el final. Al fin y al cabo, 365 días no es mucha ni poca vida si estás más o menos en la mitad (o eso espero...)
2008 será un blanco lienzo en el que compartir guiños y miradas, observar nuestro interior o animar-nos a la acción. Una nueva etapa en la que existir en este mundo virtual lleno de oportunidades para abrir la puerta de nuestras humildes y anónimas cuatro paredes.

"Blogueo, luego e-xisto"

Joan Clotet